Si nos pidieran que dijéramos una franquicia basada en personajes famosos que algún día podríamos llegar a ver en los cines, creo que todos levantaríamos la mano y diríamos que “me juego el cuello a que nunca veremos una película con piezas de LEGO”: pero mira tú por dónde que no ha sido así y no sólo la han estrenado sino que encima La LEGO Película está muy bien. O eso me cuentan los que la han visto de mi círculo más cercano…
Sea como fuere, igual que una película de LEGO nos podría parecer extraña… un videojuego no, ¿verdad? Y es que si de algo pueden presumir Warner Interactive (el dueño de los derechos de los juegos) y TT Games (el desarrolador) es de que en los últimos tiempos el protector de la esencia de muchas franquicias que han confiado su salvación a las piececitas de plástico ha sido LEGO. Batman, Harry Potter, Star Wars, Indiana Jones, Marvel, El Señor de los Anillos o Piratas del Caribe han pasado por su filtro creando los juegos que mejor respetaban la esencia misma de sus personajes originales, por encima de otras versiones pretendidamente ‘más reales’.
Sea como fuere, ya era hora de que LEGO pudiera parodiarse a sí misma y coger todo su catálogo de juguetes para exponerlo en pantalla y recordarnos que antes que las maquetas de Star Wars o los super héroes de la DC y la Marvel hubo un pasado de edificios del oeste, de ciudades modernas, de helicópteros, de ambulancias y de decenas de jugetes que tienen su origen en el año 1958, cuando la compañía diseña por primera vez el concepto de ficha LEGO que conocemos hoy en día. Pero dejémonos de estas cosas. Al grano… es decir, al videojuego.
Una historia con Megamalos y Supercools
El juego comienza con una secuencia introductoria de buenos y malos envueltos en una lucha épica por controlar uno de esos objetos que, cuando lo tiene el malo, resulta que sirven para acabar con el mundo mientras que todo el tiempo que lo tienen en su poder los buenos, no sirve más que para mirarlo, como si se tratara de un jarrón chino sin utilidad alguna. El caso es que el Megamalo, que en realidad es el Señor Negocios, se ha hecho con esa reliquia y amenaza con arrasar el mundo de Ladriburgo.
¿Y quién puede evitar tamañana catástrofe ficheril? Pues ni más ni menos que un hechicero llamado Vitruvius, una tipa dura que unos conocen con el nombre de Lucy y otros como Supercool y, finalmente, el héroe de todos los héroes,Emmet, el considerado por todos como el Especial o Gran Maestro Constructor que por esos azares de la vida ha conseguido recuperar la ficha maestra que dará al traste con los planes del Señor Negocios y, sin saber cómo, se le ha pegado a la espalda y no puede quitársela.
A partir de este comienzo, se teje una historia que no tiene mayores complicaciones salvo por un detalle realmente divertido: el elenco de personajes secundarios que van desfilando por el juego y que son una auténtica delicia, no sólo como recuerdo de juguetes a los que todos les hemos dedicado nuestras horas, sino por su diseño y diálogos realmente carcajeantes.
Vitruvuis, por ejemplo, es de esos gurús realmente sarcásticos cuyo humor corrosivo es de los que se disfrutan, o la ausencia total de cerebro en el Poli Malo, el esbirro del Megamalo, que nos hará soltar carcajadas por sus reacciones viscerales y que rayan muchas veces en la más absoluta de las locuras. Pero hay más: está Benny, el astronauta de los 80, o el chef Gordon Zola, Batman, Frank el jefe constructor de Emmet en la obra, Eddie Contracorriente o Unikitty. La LEGO Película el Videojuego no presume de ser profundo, pero es que no lo necesita.
Un desarrollo conocido… ¿y qué?
El juego coge el 90% de lo que ya hemos disfrutado en otras ocasiones centrados en franquicias famosas y seguro que ya conocéis lo que nos espera: decenas de personajes distintos, miles de fichas que recoger, ingenios que construir para ir pasando niveles dentro de las mismas fases, alguna que otra escena de habilidad de disparos a lomos de vehículos, miles de objetos que aparecen en pantalla que podremos destruir y protagonistas con habilidades diferentes que son capaces de unir sus fuerzas para ir avanzando.
En esta ocasión, el grupo principal del modo historia son tres: Emmet, Supercool y Vitruvius. El primero es el maestro constructor que arregla cosas que están mal y que cuenta con una máquina taladradora con la que puede demoler hasta rascacielos. Supercool puede saltar más alto y agarrarse a las paredes y salientes señalados en azul y rosa y el mago, gurú, hechicero o lo que sea cuenta con un bastón que puede usar para alcanzar palancas elevadas o darle apoyo a la chica para que pueda subir a estructuras más altas.
Estos dos, Supercool y Vitruvius, como grandes Maestros Constructores que son, tienen otro poder también muy importante. Y es que en determinados momentos de la partida, nos pedirán que los coloquemos en un punto del escenario (en verde) y pulsando un botón, tendremos que seleccionar tres estructuras de fichas LEGO. Una vez hecho completado el ‘combo’, podremos fabricar ingenios tan espectaculares como alas delta, motos, tanquetas, etc.
Pero hay una habilidad que podríamos considerar como novedosa, como exclusiva de Emmet, el constructor, que es la de ser el único de los personajes capaz de construir estructuras complejas con la ayuda de los llamados planos. Ahora, cuando entramos en una fase del escenario, al margen de esos ingenios que podemos construir con las piezas de otro que hayamos hecho trizas, veremos una plataforma de color verde con un panel de control que nos pide un número de planos: 1, 2, 3 ó más. Estas piezas se recogen de las cercanías y cuando las tenemos todas, nuestro héroe va al panel y lo acciona.
Entonces veremos cómo se abre el típico manual de instrucciones que vienen en los juguetes LEGO y página a página tendremos que ir colocando tantas fichas como planos hayamos tenido que recoger. Una pieza simple de dos aquí, otra de ocho allí, una plana por la cara vista o una específica de esas que no pueden anclarse luego a otras, etc. No llega al grado de creer que estamos jugando con uno de estos juguetes pero sin duda habla mucho y bien del esmero por reproducir algo que es, de cierta forma, parte de nuestras propias vidas.
Y sinceramente, nos parece una idea genial porque cierra de algún modo el círculo maravilloso de este juego donde son las creaciones de la propia compañía danesa las que están presentes en todo momento. Gracias a esta habilidad de Emmet tendremos que montar desde un tótem indio a una máquina de demoler edificios, o unas escaleras gigantes, una catapulta, una carreta de caballos típica del Oeste, etc. Todo un muestrario de los muchos juguetes que desde hace más de 50 años han venido disfrutando los más (y menos) niños de la casa.
Por lo demás el desarrollo es el mismo, con todo lo que eso supone de poder ir rescatando personajes escondidos, desbloqueándolos a base de dinero que recogemos con las fechas que salen de cualquier objeto que reventamos del escenario o buscando en el llamado modo libre a ver si los encontramos a todos.
El juego sigue la estructura de la película en cuanto a escenarios y tras un primer paso por Ladriburgo, inmediatamente viajaremos al Oeste, de allí a La Nube de la Tierra Cucu, luego al cuarto de Fusión, el océano, etc. Y en todos esos sitios, asistiremos a un repaso discreto y aparentenemente inofensivo de una buena cantidad de juguetes que forman parte del catálogo histórico de la compañía. Por cierto, entre cada uno de estos mundos amenazados por el Megamalo podremos movernos gracias a unos portales dimensionales a medida que los desbloqueamos.
“Monto fichas, LEGO existo”
Pero algo que supone una clara mejoría de este La LEGO Película frente a otros juegos de LEGO es que al estar basado en personajes propios, se nota que sus creadores se han tomado a cachondeo muchas de las cosas que aparecen en la historia y, suponemos, en la película. Ese elemento humorístico está presente en muchos detalles, desde ‘intros’ con diálogos relamente divertidos a situaciones absurdas que se producen de repente.
Como la escena de Ladriburgo cuando debemos acabar con el descanso con unos compañeros de obra arreglando unos altavoces. Cuando se empieza a escuchar la música, salen todos corriendo, toman la parte central del escenario y comienza una fase de baile al más puro estilo Dance Dance Revolution donde debemos pulsar el botón correcto en el momento adecuado, que es cuando suenan los acordes de la magnífica y pegadiza canción Wake me up de Avicci.
Gráficamente hemos podido probar sólo la versión de PS4 y se nota un salto realmente grande en lo que es la fluidez de todos los movimientos y la calidad de las texturas, que se ven mucho mejor y con una sensación de ser plástico brutal. Se percibe la rugosidad de cada superficie y hasta cómo brillan cuando les da el sol, en un ejemplo maravilloso de realismo que contrasta con el ‘stop motion’ de la película. Es muy brusco pasar de la parte de juego a las que son secuencias sacadas de la película ya que parecen estropear el buen trabajo de TT Games.
El juego es simple como el mecanismo de un chupete, ideal para jugar en casa con los niños en modo cooperativo ayudándoles cuando se atasquen, incluso para disfrutarlo en solitario mientras nos empeñamos en derrotar al Señor Negocio o Megamalo, pues La LEGO Película El Videojuego es absorbente y muy, muy entretenido, hasta cotas que sorprenden por la sencillez de su planteamiento.
Sin duda su apariencia es infantil y su aspecto parece destinado a los más pequeños de la casa pero resulta que es gracias a juegos tan divertidos como este cuando recordamos las verdaderas razones que han hecho que nos gusten los videojuegos. Aquí no hay disquisiciones profundas, ni personajes atormentados ni nada parecido, pero sí una raqción bien equilibrada de diversión y, sobre todo, de un muestrario de juguetes que forman parte de la vida de todos los que estamos en este mundo. Desde los que tienen 60 años a los que apenas han cumplido los 10. Y encontrar un producto así es muy, muy complicado.
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